Hacer un gol es una ardua tarea. Conseguir tres, eleva a su autor a único protagonista del partido. Y si a eso se le suma que los marca un portero, va directo al salón de la fama. Fue lo que le ocurrió este sábado al guardameta del Jimbee Cartagena José Miguel Oliver Solano, más conocido como ‘Chemi’ (Mazarrón, 24 años), que anotó un ‘hat-trick’ en la victoria contra el Córdoba (6-0). Tal vez sin saberlo, el guardameta ha logrado un hito que muy pocos han alcanzado en la Primera división del fútbol sala en nuestro país. Una locura. Total.
Solo el gigantón brasileño Leandro, portero del Martorell hace 20 años, llegó a una cifra tan alta de goles en un solo partido. Y, casualidades del deporte, fue ante el GMI Cartagena, en el encuentro correspondiente a la última jornada que apeó a los portuarios de jugar el ‘playoff’ por el título en el año 2002. El choque, que terminó con 11-7 en el marcador, lo encarriló el arquero, experto en lanzamientos de diez metros. Marcó cinco tantos, una cifra estratosférica que todavía no ha alcanzado nadie en la liga. Pero Chemi ha reescrito la historia, poniendo en riesgo el récord de hace dos décadas de Leandro.
Duda lo rescató para el filial de ElPozo en el peor momento de su carrera; allí recuperó sensaciones hasta consolidarse en la élite
Guillamón acertó
Cuando tan solo tenía 8 años, empezó a patear la pelota. Comenzó su andadura en las pistas de parqué del Bahía de Mazarrón, conjunto en el que militó cuatro temporadas. Un amigo fue el que le animó a jugar al fútbol sala y allí se presentó, queriendo marcar goles. Pero tenía una habilidad especial bajo palos y le pusieron los guantes. Chemi, que se aireaba anotando en las pachangas que disputaba en su barrio, firmó por el Plásticos Romero. Fue Juan Carlos Guillamón quien le echó el ojo a los 13 años. Y no falló.
Tras su paso por la escuela de Molina de Segura, fichó en las bases de ElPozo Murcia. Su etapa de juveniles se convirtió en una tortura. Tres operaciones de rodilla en dos años y medio casi le apartan del deporte. Su futuro se tiñó de negro. Pero Duda, que le transmitió su confianza por mensaje cuando todo apuntaba a que tendría que abandonar su sueño, le rescató. Entrenando casi a diario con el primer equipo a las órdenes del brasileño (aunque jugaba en el filial) volvió a recuperar su mejor nivel y las lesiones constantes pasaron a ser cosa del pasado, aunque siempre tuvo miedo a que su carrera se fuera al traste y se desprendiesen de él.
En vacaciones, a ayudar
Dos años cedido en el O Parrulo le han llevado a convertirse en uno de los guardametas punteros del país. Con cinco titularidades hasta la fecha, Chemi ahora brilla no solo parando, sino que también se viste de ‘killer’. Perseverante y trabajador, siendo portero en la élite llegó a pasar algunas vacaciones de verano trabajando en el bar de sus padres en Mazarrón.
Fuente: laopiniondemurcia.es

